viernes, 31 de octubre de 2008


Mi corazón se oscureció el día que deje de creer en la libertad, quería arrogarme junto al pequeño cadáver de lo que ya solo existía en mi recuerdo. Ya no tenia el valor de tomar mi mochila y largarme, no me interesaba nada,había quemado mis libros, destrozado las fotografías y roto los espejo de la casa. me causa repulsión ver mi reflejo, mi cara pálida y la silueta escuálida de mi cuerpo. deje de frecuentar a los viejos amigos, a mi mamá y a mi hermana.
Creía que eran demonios queriendo arrebatarme lo único que tenia... el aliento.

Una noche costada en la cama, con un camisón blanco que me llagaba a los tobillos, sentí de pronto como si hubiera sido envuelta en un enorme velo blanco y mi cuerpo ya no fuera el que yo conocía, si no el de un feto que era arrogado por la canería en la madrugada, cuando el frío es mas abrazador que en ningún otra hora.
En mi cuerpo un terremoto ultra interior me poseía. Nada era lo suficientemente hondo para soltar aquel grito que me nacía del vientre, ni lo suficientemente triste y desolador para sentirme acompañada por algo, nada, ni siquiera la muerte.

No sabia a donde habría de ir a para aquella noche, pero de una cosa estoy segura, algo en mí daba vueltas y vueltas dentro de lava ardiendo. No sé a donde iba ni de donde provenía aquella fuerza que me obligaba a regresar cada vez. Solo sé que ya no tenia voluntad y que desde ese momento solamente seria arrastrada por una fuerza incomprensible.